Con el lema de despedida sobre la mesa, El Alfa tomó el control del Movistar Arena y convirtió la noche en una cátedra de dembow de alto octanaje. Las puertas abrieron a las 18:00 y el show arrancó pasadas las 21:00 horas, en una jornada anunciada como parte de su “Último Baile” en el país.
Desde el arranque marcó territorio con una ráfaga de éxitos que levantó a todo el recinto: “4K”, “Mera woo” y “Singapur” hicieron de carta de presentación, con el público coreando cada estribillo y los visuales reforzando el pulso urbano de la propuesta. La dinámica —cambios de ritmo cortos, beats agresivos y cortes de DJ para rematar los coros— dejó instalada la idea de un set sin tregua.
El primer gran peak llegó cuando sonó “La mamá de la mamá”, convertida en termómetro de la noche: teléfonos en alto, baile en todo el anillo de cancha y un call-and-response que el dominicano estiró a su antojo. Más adelante, “Este” y el fragmento de “La Romana” —el cruce histórico con Bad Bunny— apretaron el acelerador y sostuvieron la temperatura del show.
En la mitad del concierto, el repertorio giró hacia cortes de cadencia bailable y estribillos pegados: desfilaron “Suave”, “Bésalo” y “Tacatá”, con el MC jugando a capella sobre los drops y dejando que la base hiciera el resto. La mezcla entre banda, DJ y pistas preproducidas mantuvo el golpe preciso para el baile, con pausas mínimas entre tema y tema.
Hubo también espacio para el contacto directo: en varios pasajes se detuvo a saludar, firmar autógrafos y sacarse fotos con quienes estaban en primera fila, un gesto que estiró algunos interludios y que el público agradeció con ovaciones. Ese ida y vuelta reforzó el tono de celebración que se vivía en el recinto.
Para el cierre, El Alfa volvió a la artillería pesada: reprise de “La mamá de la mamá” como remate, guiños finales a los coros más virales y despedida entre fuegos de celulares, confirmando que su “Último Baile” en Santiago fue, ante todo, una fiesta coreada de principio a fin.